Reseñaca de Vampiro, el juego de rol gótico-narrativo
- Max Schreck
- 5 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Resulta que estuve en una partida de un jueguecillo que se llama Vampiro la Mariscada, o la Macarrada, la Mascachicles, o algo así, que es de ser un tipo que chupa sangre, como un mosquito tigre pero en fashion, y más gótico que un concierto de Bauhaus en la catedral de Burgos, y os voy a contar.
Los jugadores estaban serios y me miraban raro con mis chanclas, mi camiseta de Hora de Aventuras y mis bermudas de cuadritos. No sé si es que no les gusté o que los piercing les deformaban la cara. Decidí integrarme, así que yo el más serio de todos, que hubiera hecho llorar a Los Osos Amorosos de lo serio que estaba. Y como ellos habían acabado con toda la laca del Juteco me peiné así con saliva el flequillo para arriba. Les pregunté que si no tenían ropa que no fuera negra jajaja, y me miraron así como Leticia Sabater despiojando a una mona, pero muy dramático todo. Yo serio otra vez, ahora sí que sí.
Entonces empezó la partida. Me dieron a un PJ con la cara de E.T. comiendo limones del Mercadona, pero me dijo el Narragóth que me escondía mejor que un piojo en el pelo de Alaska, así que me puse contento. Pero contento-serio, que me han dicho que este juego es de angustias vitales, está feo reírse. Después de narrar tres horas nuestros andares de modelo de mercadillo borracha, que hasta las palomas iban a cámara lenta como en las pelis buenas, entramos a buscar a otro vampiro que era más malo que nosotros e iba vestido de más negro todavía, y ese sí que sabía mirar chungo de costado, y que es lo que le da calidad al juego.
Yo iba a narrar (muy serio) mi escena de feo escondido, cuando de repente los demás se liaron a tirar hondonadas de dados (todos más negros que el sobaco de un grillo), dando gritos como mandriles en celo y diciendo cosas serias y dramáticas como “¡¡¡Me peto de sangre!!!” (la bruja… del este) o “¡¡¡Me transformo en lobo!!!” (el gangrenas), “¡¡¡Enciendo el lanzallamas!!!” (la ventú, que yo estoy cansado), o “Yo me pongo a mear en aquella esquina” (el pirao de turno). Se lio una fiesta que ni Pocholo en una farmacia con sus coleguis, pero con hostias de todos los colores en vez de pirulas. Pero muy narrativo todo.
Luego acabó la partida, se repeinaron los pelos descolocados del trajín, se pusieron muy serios otra vez, y me volvieron a mirar así como con angustia interna de haber comido fabada Litoral caducada. Yo la angustia me la debí de dejar en casa ese día, porque casi se me revienta el hígado de aguantarme la risa, qué le vamos a hacer. Pero me la aguanté muy serio.
Te lo recomiendo si te gustan las palomas a cámara lenta, la fabada Litoral caducada o mirar de costado.

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